Este texto lo escribió Juan Abreu en Jot Down, aquí el link al artículo.
La famosa monogamia, siempre conectada en nuestra fantasía y en la literatura a la fidelidad a la decencia y a toda clase de supuestas virtudes morales, resulta que se llama vasopresina.
¿Virtudes morales? Chorradas.
Vasopresina.
En 2008, un equipo de investigación del Instituto Karolinska, de Suecia, examinó el gen receptor de vasopresina en 552 hombres en relaciones heterosexuales a largo plazo. Los investigadores descubrieron que una parte del gen llamado RS3 334 puede aparecer en número variable: un hombre podría no tener ninguna copia en esta sección, una copia, o dos. Cuantas más copias, más débil es el efecto que la vasopresina tendría en el flujo sanguíneo. Los resultados fueron sorprendentes en su simplicidad. El número de copias guardaba correlación con el comportamiento monógamo de los hombres. Los hombres con más copias de RS3 334 sacaban peor nota al medir su vínculo de pareja. Los que tenían dos copias tenían más posibilidades de quedar solteros, y si se casaban, tenían más posibilidades de sufrir problemas maritales (Eagleman).
Vasopresina.
Naturalmente, y esto también lo dicen los neurocientíficos, el libre albedrío cuenta (si es que existe, que puede ser que no), y el entorno, cuenta. Pero algunos hombres tienen una inclinación genética a tener una sola pareja, y otros no. A algunos hombres les resulta muy fácil ser monógamos (no es ningún mérito suyo, es una particularidad genética sobre la que no tienen poder alguno), y a otros les resulta muy difícil, y no es que sean unos calentorros o unos “depravados”, es que tienen más copias de RS3 334 y no pueden hacer nada por evitarlo. O muy poco.
Ya va siendo hora de poner algo de verdad científica en nuestro vivir y en nuestro convivir. Nos irá mejor.
Cuánto daño ha hecho y sigue haciendo el oscurantismo sexual tan ligado a la religión y a la moral, y a la llamada monogamia. El sexo nada tiene que ver con la moral. ¡Cuántas mujeres abusadas y asesinadas por machos completamente embrutecidos y completamente obsesionados con el follar con una sola persona y completamente envenenados con la estupidez de que la monogamia es sinónimo de pureza, de solvencia moral y de decencia! Cuánta ignorancia. Cuánta estupidez. Es un horror y una vergüenza. ¡A estas alturas de la civilización!
¡Pureza! ¡Castidad! Chorradas. La decencia, el decoro, la integridad, el honor, nada tienen que ver con los usos que damos a nuestros órganos genitales.
Ya va siendo hora de superar todo ese animalismo y todo ese primitivismo y todo ese fanatismo de monito sin civilizar y de monito oscurantista y supersticioso. Hay que poner más atención a la química y poner en su sitio nuestros insignificantes egos. El ego, siempre engañándonos con la ilusión del control. Con la ilusión de que somos el centro de algo cuando la verdad es que no somos el centro de nada. Estafándonos con la ilusión de que tenemos absoluto control sobre nuestras vidas. No es así.
Iluminemos un poco el entorno, hablemos, por ejemplo, de la serotonina. La serotonina (y no nuestro ego el pequeñajo) está relacionada “con el estado de ánimo positivo, con el incremento de la tendencia a la religiosidad, al conformismo, al orden, a la escrupulosidad, al pensamiento práctico, al autocontrol, a la capacidad de prestar atención de manera prolongada, a un bajo nivel de impulsos de búsqueda de novedades y a la creatividad de carácter figurativo y numérico” (Helen Fisher). Pues eso. ¿Yo? ¡Pamplinas! La serotonina.
Ojo a la química y a la realidad y a la sopa química que somos.
Ahora bien, volviendo a la monogamia (es decir, a la vasopresina); ¿cómo cambiar nuestra percepción de monito a medio civilizar respecto a la monogamia? Pues hay que empezar por asumir que partimos de asunciones falsas (o al menos fragmentarias y literarias) y vivir las relaciones amorosas y sexuales de otra manera. De una manera más real. Y más científica. Es decir, tenemos que empezar a abandonar toda la literatura, toda la ficción moral y todo el oscurantismo religioso relacionado con la monogamia. La monogamia es un asunto químico, hay personas con mayor tendencia química y genética a follar y convivir largo tiempo con una pareja, y otras personas con tendencia química y genética a cambiar de pareja con frecuencia y a ser menos estables sexualmente, es decir, a necesitar variadas parejas sexuales.
No es un problema insoluble, claro que no. Sencillamente hay que asumir la realidad, y vivir con nuestra pareja teniendo en cuenta esa realidad científica y química. Y, por supuesto, partiendo siempre de la base de que todo eso es muy natural y que no deben sacarse conclusiones morales del asunto porque follar, ¡cuántas veces lo tendré que repetir!, no tiene relación alguna con la moral.
¿Por qué follar con una sola persona te hace más decente, más moral, mejor persona?
La respuesta a esta pregunta es muy sencilla: no te hace mejor persona, no te hace más moral ni más decente. Te hace más pobre, verdaderamente, porque el sexo, en mi opinión, enriquece. El contacto físico placentero con muchas mujeres u hombres, o lo que a usted le guste, es beneficioso para la salud y para la templanza, y me atrevería a decir para el equilibrio moral. Y además, hace crecer nuestra capacidad para la empatía. Que es una de las bases de la civilización y el progreso.
La gente más mezquina y sucia que he conocido, por lo general, tenían algo en común: follaban poco. Eran personas necesitadas de contacto físico, necesitadas de sexo y necesitadas de la atención, de la autoestima y de la entrega que está asociada al sexo. Esa gente amargada con la que a veces me he tropezado en la vida, mayoritariamente podría decir, en cuanto la he conocido un poco me he dado cuenta de que es gente insatisfecha. Gente que no folla lo suficiente.
La monogamia en personas genéticamente no dispuestas para la monogamia es una anormalidad. Una anormalidad provocada por la falsa moral y por las supersticiones religiosas.
Hemos de liberarnos de toda la superchería asociada al sexo. Vivamos científicamente. Nos irá mucho mejor.