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Histoires de Belle en Vert

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Publicaciones de la categoría: historia

Marie Bonaparte y su clítoris

08 Miércoles May 2013

Posted by Belle in historia, masturbación, orgasmos, sexo

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Este artículo está sacado de aquí y ha sido escrito por Josep Lapidario.

Leyendo el divertidísimo ensayo Bonk, the curious coupling of sex and science, escrito por la periodista Mary Roach, encontré una irresistible historia sobre clítoris movedizos que quiero compartir con vosotros en lo que espero sea el primero de una serie discontinua de artículos clitorianos… Un tema importante dado que en pleno siglo XXI aún hay gente a la que ‘clitoriano’ le suena a raza alienígena de Star Trek (klingons, vulcanianos y clitorianos).

La historia empieza con la princesa Marie Bonaparte, sobrina nieta del mismísimo Napoleón, una mujer apasionada con una potente libido. En 1907 se casó con el príncipe Jorge de Grecia en un matrimonio dinástico de conveniencia, y para apagar sus calenturas buscó una larga serie de amantes como el ayudante de cámara de su marido o el mismísimo Primer Ministro de Francia.

Sin embargo, estaba enormemente preocupada por su imposibilidad de alcanzar el orgasmo durante el coito: un problema serio en una época en que la masturbación clitoral estaba muy mal vista. Empezó pues a estudiar anatomía, fisiología y psicología con un entusiasmo notable, y trató de confirmar una de sus teorías entrevistando a 243 mujeres sobre su vida sexual, la calidad de sus orgasmos y la distribución anatómica de sus genitales (una serie de entrevistas que inmortalizaría más adelante Alix Lemel en la novela Los 200 clítoris de Marie Bonaparte). En 1924 Marie publicó sus sorprendentes resultados en la revista de medicina Bruxelles-Médical, adoptando por precaución el pseudónimo A.E.Narjani.

Bonaparte clasificó a las mujeres en tres grupos según la distancia entre clítoris y vagina. En las paraclitoridiennes la distancia era menor a 2.5 cm (una pulgada): eran el grupo más numeroso (69% de la muestra) y las que más a menudo disfrutaban de orgasmos durante el coito. Las téleclitoridiennes tenían el clítoris a más de 2.5 cm de la vagina, representaban un 21% de la muestra y tenían dificultades para alcanzar el clímax (o volupté: como tantas otras cosas, suena mejor en francés). Y por último, el 10% restante se movían en el terreno intermedio que Marie llamaba “el umbral de la frigidez”.

Imagino que el primer reflejo al llegar a este punto del artículo es ir a buscar un metro y saciar la curiosidad (sea sobre genitales propios o sobre los más cercanos), pero tened un poco de paciencia todavía…

Como habréis adivinado, Marie Bonaparte era téleclitoridienne, y achacó a esta configuración anatómica sus dificultades orgásmicas. Entra en escena el cirujano vienés Josef Halban, que convence a Marie de que la solución a sus problemas consiste en mover quirúrgicamente su clítoris para acercarlo a la vagina, cortando y pegando ligamentos y tendones en una operación que califica de “simple” y bautiza como “Halban-Narjani”. El problema es que gran parte del clítoris está escondido bajo la superficie, lo que convierte la operación en bastante más complicada de lo que esperaba el optimista vienés.

Tras un tiempo de recuperación que se le debió hacer eterno a la pobre Marie, probó con alguno de sus amantes la nueva distribución… Sin lograr la tan ansiada volupté durante el coito. Una segunda operación para recolocar de nuevo el clítoris no mejoró su porcentaje de éxitos.

Por supuesto, había una solución mucho más sencilla que recurrir al bisturí: cambiar de postura. Si se quieren maximizar las posibilidades de orgasmo-durante-coito en una téleclitoridienne, la postura ideal es con ambos sentados cara a cara, posición que fuerza el contacto entre el pene y el clítoris durante la penetración.

Desgraciadamente quien entra ahora en escena es ni más ni menos que Sigmund Freud, cuya posición hacia el clítoris oscila entre la ignorancia y una cierta condescendencia paternal. La próxima vez que una lectora de este artículo fantasee con Viggo Mortensen interpretando a Freud en Un Método Peligroso, que se lo imagine antes recitando esta antipática frase freudiana: “cuando una mujer llega a la edad adulta y entra en la femineidad, el clítoris debería ceder su sensibilidad e importancia, parcial o completamente, a la vagina”.

Sé de unos cuantos clítoris que no estarían de acuerdo… Pero aparentemente Freud convenció a Marie Bonaparte, tal vez cansada de que el frankensteniano Halban fuera recolocando su clítoris como una nariz de Mr. Potato. En poco tiempo Marie se convirtió en discípula y patrocinadora de Freud, y más tarde en psicoanalista de pleno derecho.

Las teorías de Freud sobre la preponderancia de la vagina sobre el clítoris llevaron a Marie a estudiar mujeres cuyo clítoris había sido extirpado, fuera por motivos médicos o por ablación ritual como en algunos países de África. En teoría debería haberlas encontrado más ‘vaginalizadas’ al haber sido eliminado ese elemento de distracción, pero lo que vio es que muchas se masturbaban clitoralmente, aunque con dificultad, sobre las cicatrices (¡recordemos, la mayor parte del clítoris es ‘subterránea’!).

Tampoco encontró pues Marie en el psicoanálisis una respuesta a su ‘frigidez’, y sin embargo permaneció fiel a las teorías freudianas. Por su parte, Freud pareció hacia el final de su vida sentirse algo desconcertado: hablando de Marie, dijo “la gran pregunta que nunca recibe respuesta y yo no estoy capacitado para responder, después de mis treinta años de estudios sobre el alma femenina, es ¿Qué desea una mujer?”.

Muchas cosas, Sigmund, sin duda. Pero una de ellas la tenías debajo de las narices.

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Artículo sobre el porno

21 Miércoles Nov 2012

Posted by Belle in historia, mujeres, porno, sexo

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Anoche, por casualidad encontré este artículo, me ha parecido interesante copiarlo aquí para que lo leáis, me ha dado mucho que pensar, a ver qué opináis vosotras.

“Vuelvo de mis vacaciones de mes y medio en el sudeste asiático, bronceada, con los chakras abiertos de par en par y con plena conciencia de mi condición de turista occidental privilegiada, para encontrarme en mi inbox con una proposición que me sorprende: escribir un artículo sobre la pornografía en Occidente. Me sorprende que todavía interese reflexionar sobre la pornografía.

En una de las cabañas de playas lejanas donde tuve el placer de pernoctar en mi viaje, concretamente en Nagari Sungai Pinang, me encontré con un libro que amablemente había dejado el occidental turista que me precedía. Un libro al que se ha calificado como porno para mamás, best seller porno y demás porno chorradas. Se llama 50 sombras de Grey. Me lo leí en dos tardes y ofrecí el ejemplar para la hoguera en la playa del último día. Si se califica un libro como 50 sombras de Grey como pornografía en un medio periodístico, el porno ya no tiene sentido. Me explico. 50 Sombras de Grey no es pornografía, es una novelita rosa de pésima calidad literaria. Y punto. Pero hoy en día está de moda llamar a cualquier cosa pornografía. Publicar un titular en el periódico con la palabra “porno” en la sección de cultura funciona. Ensayos sobre la experiencia pornográfica ganan premios nacionales. Los centros de arte acogen muestras sobre la relación entre arte y pornografía. La pornografía ya es cultura popular. Las tesis doctorales sobre pornografía se suceden. La pornografía ya no asusta a nadie. Las feministas hacen porno. Tu abuela hace porno.

Hubo un tiempo en el que el feminismo se rebeló contra la pornografía. Se decía que generaba violencia contra la mujer. Que era sexista y machista y que representaba a las mujeres como objetos sexuales. Ojalá. Ojalá la culpa fuera del porno y erradicándolo acabáramos con una sociedad sexista. Sería tan sencillo.

El feminismo adoptó el lema punk de “hazlo tú mismo”. Decidió que si no te gusta el porno que ves, ábrete de piernas y haz tu propio porno. Feminismo pro-sex, movimiento postporno, pornografía feminista, porno hecho por mujeres. Las políticas feministas más radicales y los posicionamientos anticapitalistas empezaron a producir material sexualmente explícito que ha tenido una gran aceptación en el mundo del arte y la cultura. Y entonces la industria del porno se inventó el porno para mujeres, que viene a ser algo similar a la literatura para mujeres, es decir, un sinsentido. Material pornográfico en el que se vende una sexualidad femenina estereotipada y ridícula, una sexualidad en la que la iluminación es suave y ellas llevan ropa de marca.

Afortunadamente también hay buen porno dentro del mainstream. Como dice Lydia Lunch en el documental Mutantes. Feminismo porno punk de Virginie Despentes, si vas a una tienda de música y escoges cualquier cosa al azar, probablemente sea una mierda. Con el porno pasa lo mismo, hay que conocer y saber elegir. Porque la pornografía es un reflejo de nuestra sociedad sexuada. Todas nuestras miserias se ven reflejadas en ella. Vivimos en un mundo en el que la violencia contra la mujer es asumida como parte de nuestro día a día. Esto es Occidente. Y no hay nada mejor ahí fuera. Por eso me sorprendo cuando descubro sociedades como los Mosuo, una sociedad matriarcal que cuenta 56.000 personas y que se encuentra entre las provincias de Yunnan y Sichuan, en el sudoeste de China.

En la sociedad Mosuo, a las mujeres se les construye un cuarto propio cuando cumplen los 13 o 14 años. Ese cuarto tendrá una puerta al interior de la casa y otra al exterior. Durante la noche, ella puede invitar a quien quiera a compartir su lecho. La única condición es que su amante se vaya al alba. Puede tener el mismo amante durante años o puede cambiar cada noche. Se considera que esta es su intimidad. Los hijos que pudiera concebir durante su vida serán criados en la casa familiar. No existe el matrimonio. No existe la paternidad tal y como la conocemos. Los hombres ejercen de padres de los hijos de sus hermanas. La paternidad biológica no es relevante. La palabra utilizada para denominar al padre y al tío es la misma.

Lo que me llama la atención poderosamente de este tipo de organización social es la libertad sexual de las mujeres y la libertad sexual de la sociedad en general. Es fácil darse cuenta de la utilidad primaria del matrimonio en Occidente: el control de la sexualidad de la mujer. El hombre puede saber con seguridad quiénes son sus hijos biológicos y así legarles su patrimonio. Y es un sistema relativamente reciente. Surgió con la agricultura, la  ganadería y, por supuesto, la propiedad privada. Hace apenas unos 10.000 años.

Yo creo que tener un hijo de padre desconocido supone la acción esencial feminista hoy en día. O más bien la acción esencial feminista sería la paternidad múltiple. Sentir como propios y cuidar de todos los niños de nuestra comunidad. Ejercer de padres en plural.

Es fundamental que tengamos en cuenta la conexión entre capitalismo salvaje y control de la sexualidad de la mujer. Esta crisis económica en la que nos vemos sumergidos es una consecuencia lógica de un sistema que ha primado la avaricia y el poder sobre la sexualidad placentera y el bienestar de las criaturas. Como dicen Christopher Ryan y Cacilda Jethá en su libro En el principio era el sexo (publicado por Paidós recientemente), es nuestra condición fuertemente sexuada lo que nos hace humanos. El resto de los animales, o la gran mayoría, follan cuando están en celo, con fines reproductivos. Y cuanto más abundante y múltiple es la vida sexual de una especie, más armoniosa y pacífica es su convivencia. Se nos ha vendido el matrimonio y la monogamia sexual como nuestro estado natural, cuando es el estado natural del capitalismo.

La brillante teórica española Casilda Rodrigáñez va más allá, señalando como problema fundamental la represión del deseo materno y el estado de sumisión inconsciente al que nos lleva. El embarazo, el parto y la crianza son estadios sexuales de la mujer. Hay mujeres que viven partos orgásmicos, sí, que se corren al parir. Mientras el resto de nosotras se retuerce de dolor. Aquí hay algo que no funciona. Que no tiene sentido. Aquí hay algo por lo que merece la pena luchar.

Vayamos a la raíz del asunto, que no es tan difícil. Mientras nos aporrean en Neptuno y donde haga falta, somos capaces de reconocer la violencia del estado y no lo somos tanto para identificar la violencia que se ejerce hacia la mujer y consecuentemente hacia nuestra sociedad. Vengo de Sumatra, en Indonesia. He conocido una sociedad matriarcal de unos cuatro millones de habitantes, los Minangkabau, en la que la violencia hacia la mujer es sencillamente inadmisible. Me daba vergüenza hablar de la realidad de mi país. En mi país a las mujeres las pegan y las violan. Las mujeres y sus hijos son asesinadas por sus parejas. Bienvenido a Occidente.

A mí no me preocupa que la pornografía mainstream sea sexista. Me parece lógico. Tenemos el porno que nos merecemos. Antes yo era una chica más optimista, pensaba que creando otro tipo de imaginario sexual, podríamos cambiar el mundo. Pero tenemos que identificar la crisis real a la que nos enfrentamos. Un importante hombre del país es, o al menos lo fue, un gran aficionado al sexo anal con los miembros de su propio género, pero se vio obligado a casarse y tener hijos para poder continuar con la carrera que le ha llevado a donde está. Y que nos ha llevado a todos a donde estamos. Esta organización social que vivimos en Occidente y que hemos exportado tan eficazmente al resto del mundo está basada en la represión de nuestra sexualidad y en la acumulación de bienes materiales a toda costa. El dinero no da la felicidad, dicen, pero ayuda si formas parte de una sociedad capitalista.

La felicidad es vivir en una sociedad en la que podamos colmar todas nuestras necesidades sexuales y afectivas, en la que se prime el bienestar de las criaturas, en la que la acumulación indiscriminada de bienes no sea el fin último. Porque hay para todos. No tengamos miedo. Vivamos en la abundancia. Que la pornografía sea lo que siempre debiera haber sido, un sencillo juego que refleja nuestra sana curiosidad por explorar el sexo.”

María Llopis

http://www.eldiario.es/Kafka/porno-merecemos_0_68243579.html

Personajes históricos

14 Miércoles Dic 2011

Posted by Belle in curiosidades, historia

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El pontificado de Juan XII es considerado uno de los más nefastos de la Iglesia Católica, debido a su poca moral y numerosos escándalos mientras ejerció como cabeza de Roma. Para empezar, este Papa era un apasionado por los juegos de azar, a los que se dedicaba con vehemencia la mayor parte del día.

Su residencia pontificia de Letrán se llenó de mujerzuelas, eunucos y esclavos, convirtiéndose en escenario de excesos y de orgías en el que el pontífice se movía como pez en el agua. Por lo demás, era un hombre completamente inculto que hasta ignoraba el latín. En su habitual jerga grosera juraba por Venus o por Júpiter y brindaba por los amores del diablo. Un día tuvo el capricho de ordenar un diácono en una cuadra, y, en otra ocasión, consagró obispo a un muchacho de diez años.

La noche del 14 de mayo del año 964, Juan XII fue asesinado de un martillazo en sus aposentos por un marido celoso que lo encontró en el lecho con su mujer. Realmente a nadie le sorprendió este episodio, ya que desde su elección como pontífice a los 17 años corrieron rumores de violaciones e incestos. De hecho, se aconsejaba a las mujeres que no acudieran a la iglesia San Juan Laureano, no fueran a ser violadas por su Santidad.

Cuando murió Isabel la Católica, su esposo Fernando ya viudo, debió enfrentarse a su yerno Felipe El Hermoso, que quería para sí todo el poder en Castilla. Para evitarlo, el monarca decidió casarse con una joven muy fogosa de 16 años, Germana de Foix, sobrina del rey francés, para tener descendencia con ella y evitar que Felipe heredase el reino de Aragón.
Lo que ocurrió es que Felipe el Hermoso murió joven, y su mujer, Juana la Loca, fue declarada incapacitada, de manera que Fernando se convirtió en Regente de Castilla, con lo que el asunto quedaba resuelto

Pero el problema fue que la fogosa Germana le siguió exigiendo que cumpla con sus deberes sexuales al envejecido Fernando, que ya era sexagenario, por lo que este tuvo que recurrir a los testículos de toro para estimular su potencia sexual. Como todos sabemos, los años no pasan en vano y el remedio no funcionó con el monarca que, abrumado por las exigencias de su joven esposa, recurrió a la cantárida (Lytta vesicatoria), un insecto que vive en los algunos árboles y cuyo organismo contiene una sustancia que provoca la dilatación general de los vasos sanguíneos (lo mismo que hace la moderna Viagra).

Los efectos vasodilatadores de la cantárida son generales y podían provocar hemorragias cerebrales. Y eso es lo que le ocurrió a Fernando el Católico, que murió de una apoplejía, la pena es no saber si fue en acto de servicio o en los preliminares.

Sacado de aquí

El sex shop de Hitler

18 Lunes Jul 2011

Posted by Belle in historia, sexo

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Los soldados alemanes necesitaban un poco de diversión en medio de las estresantes jornadas de lucha en busca del sueño de Adolf Hitler. El führer lo sabía y tuvo la “genial” idea de encargar a un grupo de médicos que construyera una muñeca inflable para que sus tropas pudieran liberar las tensiones sexuales acumuladas durante la guerra, lejos de sus esposas y novias.
Era 1940 y Hitler le pedía al doctor danés Olen Hannussen el primer juguete erótico del mundo: la Borghild, una palabra que en Dinamarca significa algo así como muñeca del pueblo. La orden del líder del nazismo fue muy clara: la muñeca tenía que tener aspecto netamente ario y representar los ideales de belleza en Alemania: esbelta, rubia, blanca y de ojos azules.
Además, en una carta publicada ayer por un diario noruego, Hitler ordenó que la muñeca tuviera “una altura de 1,76, labios y pechos gigantes, piernas, brazos y cabeza articulada y un ombligo bien diseñado”. La idea era que cada soldado cargara con una muñeca en su mochila junto con el resto de los objetos vitales para supervivencia. Hitler no sólo pensó en la muñeca inflable como una forma de satisfacer las necesidades sexuales de los soldados, sino como una manera de evitar las enfermedades venéreas y preservar la pureza de la “raza alemana”. El führer estaba alarmado por los informes que llegaban de ciudades europeas sobre las bajas que provocaban enfermedades como la gonorrea o la sífilis.
El prototipo de la muñeca, de plástico galvanizado, debía ser fabricado en la ciudad de Dresde, según la carta que documentaba el encargo. El responsable directo del proyecto era Heinrich Himmler, jefe de la SS, el temido servicio secreto alemán. El equipo del proyecto Borghild –formado por un escultor, un especialista en materiales sintéticos, un peluquero y un mecánico- enfrentaba el problema de diseñar una muñeca que tuviera una textura igual a la piel y órganos sexuales de apariencia realista.
Para lograrlo, invitaron a personalidades y deportistas femeninas para que sirvieran de modelo. Incluso, le solicitaron a la actriz Käthe von Nagy que prestara su rostro para hacer un molde de bronce para la cara de la muñeca. Pero la artista se negó a que sus angelicales facciones pasaran por las manos de todos los soldados alemanes. Las atletas Wilhelmina von Bremen y Annette Walter no tuvieron problema en prestar sus esculturales cuerpos para que las Borghild lucieran como ellas.
El equipo desarrolló polímeros especiales que se parecían a la piel y presentó en 1941 tres tipos de muñecas de diferentes alturas: 1,68: 1,76; y 1,82 metros. Sin embargo, el proyecto se vio frustrado cuando el bombardeo aliado en Dresde destruyó la fábrica que había recibido el encargo de desarrollar el juguete erótico.
He sacado el artículo de aquí

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